“Sí, no, sí, este o esta me gusta, ahora ya no”. Con solo mover un dedo, sin levantarse del sofá, estamos ligando con diferentes personas a la vez. Sin tener que salir, presentarse, sin tener que buscar una excusa para acercarse y hablar, sin tener que estar arreglados. Parece sencillo ¿no?
Así es, en 2018 ligar es una cuestión de inmediatez. No nos gusta, no sabemos y no queremos esperar. Esperar a encontrar alguien por la calle que nos llame la atención o a tener el valor de pedirle el número de teléfono al compañero o compañera de trabajo ha quedado relegado casi para las películas románticas. Ahora ya no hace falta. Con descargarse una o varias aplicaciones en nuestro móvil como “Tinder, Badoo, Meetic”, entre otras muchas opciones, ya estamos multiplicando nuestras oportunidades de ligar, de tener citas. Es como un supermercado a la carta de potenciales parejas.
Internet ha cambiado la forma de relacionarnos y también ha reinventado la seducción. Ahora la red es el nuevo terreno para buscar relaciones de pareja y/o encuentros sexuales.
No podemos negar las grandes ventajas que implica tanto para tímidos como para el resto. Nos permite muchas más oportunidades de conocer gente y dar con alguien que nos guste y le gustemos.
Los más jóvenes ya han nacido con un móvil en la cuna. Hablar, relacionarse en este medio es algo natural, pero para los que aprendieron el arte del cortejo a partir de las miraditas, a veces esta facilidad e inmediatez se convierte en una amenaza. Frivolidad, fotos engañosas, sentirse como en un escaparate, son algunos de los inconvenientes que cuentan los usuarios.
Pensemos en el caso de Marcos y el de José, de 37 y 45 años respectivamente, que después de años de una larga relación (a veces su primera y única relación) vuelven a la soltería. En la red se les abre un mundo de posibilidades, un volumen de citas y acceso al sexo fácil que nunca hubieran imaginado. Todo parece genial, pero ya en la primera cita o en la segunda se presenta la oportunidad de tener sexo. Muchos pensaran, ¿Dónde está el problema? Pues en que en muchas ocasiones se plantea el sexo como filtro, como examen para decidir si nos volvemos a ver. Y ahí es cuando a Marcos y a José les aparecen unos problemas que nunca antes habían experimentado. Acostumbrados a tener sexo siempre en pareja estable, se sienten inseguros, esperan ser capaces de satisfacer las expectativas de la otra persona y se dicen a sí mismos que como no salga bien, no nos vuelven a llamar y hacemos el ridículo. Y es en este punto donde lo que debería ser una fuente de placer para los dos se convierte en un examen, en una situación que genera ansiedad o temor al fracaso y entonces ocurre lo peor: El gatillazo.
Ese día, con suerte, pueden atribuir la situación a las copitas de la cena, pero si la situación se vuelve a repetir con la misma pareja o con otra, ya estamos instalados en un bucle en el que se necesita un empujón para salir. Debemos conocer las propias necesidades, cuestionar los mitos sobre sexualidad masculina y establecer una buena comunicación con la pareja, aunque sea de una sola noche.