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Las infecciones de transmisión sexual

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Las infecciones sexuales es uno de los primeros temas que nos viene a la mente cuando hablamos de sexo. Nos han enseñado que es importante prevenirlas y protegernos de ellas, pero no nos han enseñado qué hacer cuando nos hemos contagiado. Suelen estar muy estigmatizadas socialmente, lo cual dificulta que se hable sobre ellas con normalidad. El estigma nos puede hacer sentir miedo, vergüenza o culpa, retrasando en ocasiones el acudir a nuestro médico y ponerle solución.

Suelen transmitirse de persona a persona durante las relaciones sexuales. Existe una gran variedad y algunas son más graves que otras. El VIH sigue siendo la más conocida, pero el papiloma humano, las verrugas genitales y el herpes son las que afectan a más número de personas. Son causadas por virus, bacterias, protozoos o parásitos. Generalmente afectan a los órganos genitales, pero también pueden localizarse en el ano y/o la boca.

Aún existen muchos pensamientos erróneos entorno a las infecciones sexuales. El objetivo de este artículo es abordar algunos, ya que tener conocimiento ayuda a saber mejor cómo evitarlas y conseguir un diagnóstico temprano que evite futuras complicaciones.

  • Se transmiten principalmente por penetración vaginal o anal, pero también por contactos sexuales sin penetración. Es decir, en el caso del herpes genital, las verrugas genitales y la sífilis, por el contacto directo con áreas de la piel o mucosas afectadas, donde suelen haber lesiones visibles.
  • La práctica sin protección con mayor riesgo de contagio es la penetración anal. Le sigue la penetración vaginal, siendo mayor cuando hay sangrados. Finalmente estaría el sexo oral.
  • El intercambio de juguetes sexuales también puede ocasionar contagios, por ello es importante cubrirlos con un preservativo antes de cada uso y cambiarlo si lo utilizamos en diferentes personas.
  • La sintomatología puede ser diversa y presentarse días o incluso meses después del contagio. Tanto hombres como mujeres pueden presentar úlceras en los genitales, boca o ano; verrugas en los genitales o ano y presencia de ganglios en la zona inguinal. En el caso de las mujeres suele observarse aumento de la secreción vaginal de un olor y/o consistencia diferente a las habituales, picor, quemazón, y dolor durante las relaciones sexuales. En el caso de los hombres hay una secreción amarillenta del pene (con o sin dolor), y quemazón al orinar.
  • Para prevenirnos es importante utilizar un método de barrera. Ya sea el preservativo masculino o femenino en la penetración, como un dental dam para el sexo oral.
  • La píldora, el diafragma, el anillo vaginal, el DIU u otros métodos anticonceptivos no previenen su transmisión. Por ello es recomendable no dejar de usar el preservativo hasta que las personas que mantienen relaciones de manera estable no se hayan hecho las pruebas pertinentes y se hayan descartado posibles infecciones.
  • Se transmiten en cadena. Esto quiere decir que la persona afectada puede contagiar a otras personas, y éstas a su vez generar nuevos contagios.
  • La mayoría se pueden contraer más de una vez, aunque la persona se haya infectado previamente y tratado con éxito.
  • Algunas pueden pasar desapercibidas al no presentar ninguna sintomatología.
  • El hecho de tener una infección de transmisión sexual aumenta el riesgo de contagiarse del VIH.
  • Las pruebas de detección son rápidas y sencillas: extracción de sangre, muestras de secreciones genitales y/u orina.
  • Los tratamientos suelen ser mayoritariamente eficaces y fáciles. Aunque no todas tienen un tratamiento curativo, pero si lo empezamos lo antes posible paliará posibles complicaciones posteriores, como en el herpes genital, la hepatitis B, el VIH y el virus del papiloma humano (VPH).

No toda molestia, rojez o picor está causado por una infección sexual. En todo caso, es importante conocer nuestros genitales para poder identificar algo fuera de la norma, y poder consultar a nuestro médico de referencia, el cual nos haga un diagnóstico y nos recomiende el tratamiento adecuado.

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