Cuando hablamos de sexualidad, seguimos intentando aparentar que todo es maravilloso en el sexo, que somos los mejores amantes y que tenemos aquél sexo pasional y placentero en pareja que se muestra en las películas.
Pocos reconocen las limitaciones, fallos, dudas, inseguridades, etc. en la cama, como si hacerlo fuera a condicionar lo válido que uno es o se vayan a reír de él o ella. Parece que al admitir una inseguridad o un malestar sexual suponga una debilidad como persona cuando quizás lo que deberíamos plantearnos es que es una gran fortaleza el ser capaz de mostrar vulnerabilidad, de exponer los puntos sensibles de uno mismo.
En consulta, habitualmente me encuentro con la vivencia de muchos pacientes de sentirse “raros”, creen que a nadie le pasa lo que a ellos les ocurre en el terreno íntimo. Se sienten muy solos y extraños al no poderlo compartir y al no conocer casos similares al suyo en su alrededor cuando quizás hay más de los que nos imaginamos.
Todas estas presiones lo que generan, en vez de normalidad sexual, es todo lo contrario. Mostramos más un falso ideal que fomenta el engaño y la ocultación de la verdadera sexualidad. Bastaría que intentáramos hablar de los aspectos relativos al sexo con naturalidad y honestidad, esto implicaría un gran cambio en la forma de vivir el sexo y de pensar en él, reduciría las expectativas imposibles y permitiría una comunicación cómoda y sincera que ayudaría a la conexión con la pareja sexual y al bienestar mutuo.
Se sigue sin educar en el sexo, en el afecto y en las emociones y esto pasa factura. Lo que más preocupa a la mayoría es el “no dar la talla”, no ser suficiente buen amante, no cubrir ese ideal irreal, lo que provoca una elevada presión, un no dejarse llevar y una mala vivencia que fomenta la inseguridad. Muchas de las dificultades que veo en terapia parten de mitos y estereotipos idealizados que provocan una exigencia imposible de cumplir, desencadenando disfunciones sexuales.
Cada vez más, estamos fabricando socialmente los modelos sexuales perfectos, estamos definiendo lo que es ser sexual, ser buen amante, saber ligar, ser atractivo, etc. generando unos patrones estrictos de lo que es correcto y lo que no lo es. Esto en vez de liberarnos nos atrapa, nos condiciona y nos anula porque si no entras dentro del canon establecido ya no eres válido. Cuando la sexualidad es de lo menos pautado y marcado que hay, ser “bueno” o “malo” en la cama dependerá de con quién conectes, si compartes gustos y estilos similares o no.
Por ende, debemos dejar de “vender” una idea irreal de la sexualidad en todos los sentidos, desde lo que es correcto hacer, de lo que es ser un buen amante, pero sobretodo debemos ser capaces de empezar a compartir, a mostrar de forma honesta la propia vivencia de la sexualidad, a normalizar las limitaciones, el malestar, las dificultades, etc. Porque si nos dedicamos a hacer lo que toca o a mostrar lo que parece correcto estaremos viviendo una falsa sexualidad y sentiremos una infelicidad en ese terreno.
Si quieres saber más y conocernos sigue navegando por nuestra web