Aunque el amor sea maravilloso no siempre es un camino de rosas: por mucho que haya amor, sois dos personas distintas, y eso conlleva opiniones, maneras de hacer, experiencias y valores distintos que, a veces, pueden entrar en conflicto. Estas situaciones pueden conducir a malestares, especialmente si no se solventan de una manera en la que ambos se sientan atendidos y escuchados. Cuando esto no es así, y sobre todo si es sistemático, se crea una percepción de que la pareja no te escucha, te ignora o te deja de lado.
Como decíamos, si el sentimiento general es que la otra persona no está interesada en ti y en tu bienestar, o bien que estás en un segundo plano dentro de la relación, significa que, también en general, no hay felicidad plena con esa persona y puedes tener la sensación de que no te quiere. Sin embargo, puede pasar que, al sacar el tema o intentar dejar la relación, diga que eso no es así y que sí hay amor. Incluso puede que haya cambios durante un tiempo pero, al final, las dinámicas acaban siendo las mismas y te vuelves a sentir como al principio: sientes que no te quiere y que no te toma en cuenta y, de alguna manera, ves que esa situación no es para ti pero te cuesta tomar decisiones.
¿Por qué no te dejan ir?
Resulta muy confuso que las señales (acciones y actitudes) que recibas constantemente sean de indiferencia pero que se nieguen a dejarte seguir tu camino por tu lado, ya que esto lleva a la incertidumbre de preguntarte si de verdad te quiere o no, siendo muy difícil encontrar la respuesta o entender porqué actúa como lo hace. Para intentar entender un poco los motivos, a continuación se exponen algunos posibles motivos:
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Necesidades individuales de la otra persona: puede que la otra persona vea cubierta alguna necesidad al estar en pareja y, por eso, no le resulta conveniente dejar la relación. Este tipo de necesidades pueden ser tanto materiales como emocionales: puede que la otra no quiera gastar dinero y le vaya bien tener una pareja que cubra esa necesidad, puede que nuestro entorno social le guste o puede que la pareja no sepa estar sola y no vaya a dejar la relación a menos que tenga la posibilidad de otra.
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Posesividad: hay veces que esta situación se da porque la pareja no quiere ver en su “puesto” a otra persona, a pesar de que puede no amar como la pareja lo necesita. En este sentido, se trata ya no tanto de amor como de posesividad, ya que el fin de seguir en la relación es mantener a la otra persona para no crear una herida en el propio ego.
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Falta de madurez: puede ser que la otra persona no muestre amor porque no quiere hacerlo. Puede que no “le convenga” porque prefiere ocuparse de sus necesidades antes que de las de la pareja y de las de la relación. Puede que esté en un momento en el que se prioriza a sí mismo/a hasta cierto punto que puede rozar el egoísmo, en modos que afectan a la relación profundamente.
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No sabe cómo hacerlo: puede que no sepa cómo demostrar el interés porque, por ejemplo, sois muy diferentes y, a veces, os cuesta entenderos. Esto necesitaría de una charla profunda sobre qué necesita cada uno y cómo se puede conseguir.