El primer sentimiento tras una separación es el de pérdida y vacío. El problema es que muchas personas son incapaces de estar solas y no soportan ese dolor, por ello buscan rápidamente un nuevo vínculo, una nueva relación. Y, la pregunta es ¿tienen futuro este tipo de relaciones?
Una ruptura amorosa es una pérdida como cualquier otra, por ello requiere un duelo, un período para superar el dolor, coger distancia, reorganizar la vida y conocer las nuevas emociones y el nuevo yo.
Si nos implicamos inmediatamente en una nueva relación nos estamos saltando esta fase. Lo que conseguiremos positivamente a corto plazo es evitar el dolor gracias a la ilusión y a las expectativas de la nueva relación, pero también existen algunos riesgos y/o inconvenientes.
Se habla mucho de que “un clavo saca otro clavo” pero el error es que en el estado de duelo de la persona recién separada no se tiende a elegir bien a la nueva pareja, simplemente se tiene en cuenta que te haga sentir bien y en ese estado de malestar es fácil que cualquier persona lo consiga. Cuando elegimos pareja es importante tener presente los criterios de compatibilidad y qué necesidades tiene uno/a para estar bien con alguien evitando así un posible nuevo fracaso.
La inestabilidad emocional en la que se encuentra la persona en duelo va a influir en la nueva relación, creando momentos de confusión e incertidumbre, así como la persona no tiene la energía y dedicación necesarias para invertir en ese inicio de la relación.
Al mismo tiempo, la persona elegida puede sentirse utilizada como “colchón emocional”, lo que le generará inseguridad y frustración. Por ello es recomendable resolver nuestro pasado y nuestro estado personal antes de empezar algo nuevo.
Detrás de las actitudes descritas, tiende a haber una dependencia emocional, buscar relaciones de forma encadenada sin estar un mínimo de tiempo soleros indica una baja autoestima y una necesidad sentimental.
Buscar pareja de forma continua muestra miedo a estar solos. Hay que aprender a conectar con uno/a mismo/a, conocer las propias emociones y sentirse cómodo y con bienestar sin nadie al lado. La vida compartida puede ser un deseo, pero no debe convertirse en una necesidad imperiosa.
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