Una de las frases que más escucho en terapia, por parte de mis pacientes, es esa dificultad que con frecuencia experimentamos de cara a la toma de decisiones… y no decisiones complicadas, vitales o que supongan grandes cambios, porque estas, se sobrentiende que requieren de tiempo y meditación, si no, más bien decisiones de nuestro día a día, que, aparentemente, no deberían costarnos tanto…
¿Te sientes indentificadx?
Si es así, sigue leyendo, ya que quizás, líneas más abajo, entiendes por qué esas dificultades a la hora de tomar decisiones.
Veamos algunos aspectos que, por el contra de facilitar, nos bloquean a la hora de ser decisivxs en nuestro día a día.
- No dar por válido el error: si cuando tenemos que tomar una decisión, no validamos que preferimos (¡pero que no necesitamos!) acertar, aceptando que nos podemos equivocar y que el error es en sí mismo un aprendizaje, necesario muchas veces para llegar a elegir bien, nos va a generar mucha presión, cualquier decisión que tomemos por pequeña que sea.
- Pensamiento dicotómico: este hace referencia al “todo o nada”, “blanco o negro”. Tomar decisiones con términos absolutistas, puede llevarnos a creer que si yo hoy elijo una cosa, nunca podré elegir lo contrario u otra distinta en un momento dado. Eso eleva la exigencia de nuestra decisión también, y alimenta al mismo tiempo, le punto anterior.
- Querer contentar a todo el mundo: es lógico que cuando tenemos que tomar decisiones, gente que es importante para nosotrxs, sean familia, amistades, pareja, compañeros de trabajo, etc., nos den su opinión o nos aconsejen al respecto. El problema es cuando pretendemos tomar la decisión queriendo contentar a todx ellxs, ya que, muy probablemente, cuando hayan opiniones dispares, entramemos en conflicto con nosotrxs mismxs.
- Decidir pensando en el resultado: es una de las mayores trabas que podemos ponernos, ya que, supone decidir en base a algo que no podemos controlar y que mayormente no sabremos hasta ya tomada la decisión por más que pretendamos anticipar.
Si te sientes identificadx en alguno o varios de estos aspectos, entenderás cómo te boicoteas la toma de decisiones, haciendo difícil procesos que quizás no lo serían tanto (repito que no se trata de dudar en una decisión importante con un componente emocional intenso, si no de dudas en aspectos más cotidianos que deberían resultarnos, al menos, menos complejos de lo que acaban siendo).
Algo positivo de todo ello es que podemos aprender a identificar y generar cambios en nuestra manera de funcionar, logrando así, hacernos la vida “más sencilla “a la hora de decidir.
Trabajar para poder desmontar estas “necesidades disfuncionales “que bloquean el que puedas tomar decisiones, ¡sólo depende de ti!
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