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Tu peor enemigo eres tú

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Podríamos empezar este artículo con una simple e importante pregunta ¿qué imagen tienes de ti mismo/a? Planteo esta pregunta porque la respuesta determinará cómo y de qué manera ves la vida.

La imagen que tienes de ti mismo/a hace que tengas una visión de la vida más positiva o más negativa. ¿Cuándo te miras al espejo, qué es lo que ves? ¿Te gustas? ¿Cambiarías algo? Seguro que te gustas más o quizás menos, pero lo que es cierto es que todo el mundo cambiaría algo, aunque se trate del detalle más insignificante. Puede horrorizarte tu nariz, puedes tener los labios finos y desear tenerlos más gruesos, puedes anhelar esos abdominales perfectos, puedes apretar con fuerza tus nalgas y estirarlas hacia arriba deseando que la gravedad no siga su rumbo, etcétera, etcétera y más etcétera porque podríamos seguir y no parar, pero lo primero que tenemos que hacer es ACEPTARNOS a nosotros/as mismos/as. Sé que cuesta mucho, es un ejercicio que no se consigue en un día ni en dos, pero lo primero que debemos comprender es que la PERFECCIÓN no existe y está muy sobrevalorada. ¿Qué es la perfección? ¿Qué es la belleza? ¡Son solo ideas! Y estamos enamorados/as de las ideas porque si fuéramos perfectos, ¡nos quejaríamos! Así que la perfección y la belleza no son el camino hacia la FELICIDAD.

La imagen que tienes de ti mismo/a hace que pienses, te expreses y actúes de una determinada manera. Cada uno vive su realidad desde el interior (cómo nos vemos) y la expresión hacia el exterior de esta realidad interior se traduce en la manera que tenemos de ver las cosas, condicionada por nuestro yo más profundo. Por ejemplo, cuando las cosas no salen como nosotros/as queremos, nos enfadamos con el exterior y presionamos nuestro interior (aparece esa vocecita que nos dice “lo has hecho mal”, “eres torpe”, “nunca haces nada bien”) pero después, cuando nos recuperamos de ese “bajón” las cosas cambian y es que CUANDO CAMBIAMOS LA MANERA DE VER LAS COSAS, LAS COSAS CAMBIAN. Es nuestra perspectiva la que debemos cambiar porque las cosas, en la vida, seguirán igual, por lo tanto, nos daremos cuenta de que no podemos controlar el exterior, pero sobre nosotros/as mismos/as tenemos absoluto control, tenemos el timón.

Tenemos que hacer algo muy importante y es ser mucho más positivos/as. ¿Si nos han enseñado a ser perfectos/as, por qué somos tan negativos/as? La negatividad no es perfecta, por lo tanto, ser perfectos/as ¡tampoco lo es!

El ejercicio que planteo es el de escucharnos. Hablamos mucho y prestamos muy poca atención a nosotros/as mismos/as y a veces, a los demás. Es muy positivo que nos escuchemos, que escuchemos las emociones, que nos tratemos con respeto e interpretemos las señales de nuestro cuerpo. Lo mejor que podemos hacer es sentir la demanda de nuestras emociones y de nuestro cuerpo.

El habla es una buena manera de expresarnos y de desprendernos de todo aquello que nos oprime y que nos atormenta. Guardarnos las palabras no solucionará nada, al contrario, cada vez te irás hinchando más, como si fueras un globo que no pudiera volar y elevarse hacia el cielo. Guardarse las cosas y no expresar las emociones hará que el cuerpo enferme porque estamos contrayendo las emociones, no están fluyendo, es decir, no están siendo expulsadas. Es como si tuviéramos dolor de cabeza, ¡siempre! No podríamos avanzar, nuestra cabeza no nos lo permitiría y es que esta comparativa es muy acertada.

¿Quieres tener dolor de cabeza siempre?

Espero que la respuesta sea que no, así que lo que tenemos que hacer es empezar a trabajar e ir hacia adelante.

Habla con tus seres queridos, exprésales tu malestar. No podemos esperar que los demás se den cuenta de nuestras preocupaciones, ya que ellos/as no viven en nuestro cuerpo. No son adivinos igual que tú, no puedes adivinar cómo se sienten los demás porque solo lo saben ellos, así que COMPARTE TUS EMOCIONES con los más cercanos a ti. Y si ves que tu malestar persiste, que no te sientes del todo desahogado/a y las “neuras” no cesan, será cuestión de pedir ayuda a nivel profesional.

No tienes nada que perder, tienes mucho que ganar porque aunque no queramos reconocerlo, nos viene muy bien que nos echen una mano. Debemos aceptar que a veces no podemos con todo, tenemos que relajarnos y dejar que nos mimen y nos ayuden a conducir nuestra vida, así que toma asiento dentro del tren que se dirige a tu felicidad.

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