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Víctimas de agresión sexual

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Triste, creo que es muy triste que no seamos capaces de erradicar la lacra de las agresiones sexuales en nuestra sociedad. Los datos son alarmantes: En España se denuncia de media una violación cada ocho horas, algo más de tres al día, y se estima que presenta denuncia un bajo porcentaje de las víctimas. Esto implica que más de un millón setecientas mil mujeres y niñas que viven en el país han sufrido una agresión sexual alguna vez en su vida. Son el 7,2% de la población femenina. En este enlace que os adjunto a continuación podemos ver que las cifras son terribles: http://www.europapress.es/epsocial/derechos-humanos/noticia-violencia-sexual-espana-silencio-estadistico-ruido-calles-20171124092954.html

Hacen falta más datos, más estudios, más ruido en las calles para tomar conciencia de la situación y de lo que implica para una niña, una chica, una mujer sufrir una agresión sexual. Más duro incluso si tenemos en cuenta  que sobre un 50% se producen contra mujeres de edades entre 18 y 25 años y en un alto porcentaje puede ser la primera experiencia sexual.

 

Pero, ¿Qué es una agresión sexual?

Se considera violencia sexual todo comportamiento de naturaleza sexual realizado sin el consentimiento válido de la otra persona. Incluye conductas como el exhibicionismo, palabras obscenas, tocamientos o violación.

Las agresiones sexuales son delitos violentos (sucesos negativos, intensos y vividos en muchas ocasiones de forma brusca) y generan a las víctimas lesiones psicológicas y/o secuelas emocionales de carácter crónico.

 

¿Podemos imaginar lo que supone para una mujer sufrir una agresión sexual? ¿Qué secuelas produce más allá de las posibles lesiones físicas?

Según un estudio realizado por Lluïsa Garcia-Esteve en el Hospital Clínic de Barcelona; de las mujeres que son atendidas en este hospital por agresiones sexuales, como mínimo, en un  50% de los casos sufren trastorno de estrés postraumáticoPor otra parte, hasta un 80% de las víctimas puede presentar depresión, pánico y  consumo de sustancias.  Hay que pensar que, entre los agresores, un 50% y un 70%, guardan relación  con la víctima (amigos, vecinos, familiares, compañeros de trabajo), lo que agrava el daño emocional para la víctima, ya que la coloca en una situación de amenaza constante, ya que no disponemos de formas de protegernos de nuestro entorno o de predecir quien puede ser un agresor.

A nivel físico, las consecuencias iniciales de una agresión son múltiples y terribles: Lesiones y traumas físicos, infecciones, riesgo de embarazo, posible contagio de enfermedades de transmisión sexual,.. A largo plazo en este sentido pueden incluso presentarse en algunos casos graves consecuencias como secuelas de las ETS como el SIDA o un aborto provocado por el embarazo no deseado, entre otras.

En las víctimas de agresiones, el hecho que el daño sufrido sea provocado por otro ser humano implica un doble sufrimiento. Por una parte está el componente objetivo (el daño real sufrido)  y por otra parte, se añade el componente subjetivo (el dolor por lo sucedido, la dificultad por rehacer la vida cotidiana anterior).

La medicina y el derecho penal han prestado mayor atención a las lesiones físicas, pero hasta hace relativamente poco tiempo se ha hecho caso omiso a la evaluación de las heridas no visibles o el “daño psicológico”.

Cuando hablamos de daño psicológico nos referimos a las lesiones físicas y a las secuelas emocionales. A modo de esquema:

                                  LESIONES PSÍQUICAS             >                   DAÑO AGUDO

                                  SECUELAS EMOCIONALES     >                   DAÑO CRÓNICO

Para entender en su complejidad y poder prevenir la violencia contra las mujeres la sociedad debe cambiar hasta el punto que no se mantenga en nuestra sociedad la idea de que el hombre crea tener derecho a controlar a la mujer y sentir que puede utilizar la intimidación, fuerza o amenazas para llevar a cabo dicha actitud.

 

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